Para mí es muy importante compartirte mi historia para que puedas entender quién soy y por qué llegué hasta aquí
Cuando pienso en mi niñez, recuerdo que estaba sumamente conectada a mis emociones. Sabía lo que me gustaba y lo que no. Disfrutaba bailar, jugar a la maestra, estar en la naturaleza y cantar. Desde muy pequeña, siempre fui muy sensible ante las emociones de los demás y altamente intuitiva. Podría decir que sentía como si un ángel de la guarda me acompañara y me diera mensajes en mis sueños. Todos estos mensajes que recibía se los comunicaba a mi madre y, más tarde, sucedían. Incluso, cosas de mi historia que nadie me había contado se revelaban en mis sueños. Como que yo había tenido un hermano antes de nacer, algo que nadie me había dicho. La forma en que percibí estos mensajes, quiero pensar, se debía a mi alta sensibilidad e intuición y también a estar profundamente conectada con mis emociones. O tal vez eran mensajes que mi ángel de la guarda traía a través de mis sueños.
Con el paso del tiempo, esta conexión tan natural en mí se fue apagando. En nuestro mundo, este tipo de experiencias rara vez se normaliza y, a veces, incluso se silencia. Sin darme cuenta, comencé a dejar de compartir los mensajes y a guardar para mí lo que sentía. Años después, volví a reconectar con esa intuición, con esta habilidad tan grande de escuchar mis emociones y así poder reconectar más fuertemente con las de los demás.
Más adelante, decidí trabajar con niños durante 25 años y mi carrera profesional me ha llevado a colaborar de la mano con padres de familia, acompañándolos en procesos emocionales y retadores con sus hijos, cuando sienten que, por alguna razón u otra, no los pueden entender o no saben cómo interpretar.
Mi propósito ha sido tender un puente de ayuda y compañía para que puedan restablecer esa conexión con sus hijos y alcanzar un verdadero bienestar emocional. Después de muchos años de trabajar con niños y adolescentes, he confirmado que existe una necesidad urgente de aprender a identificar, a tiempo, cuando hay un tema emocional importante que atender en la vida de nuestros hijos. Muchas veces, estas señales no llegan con palabras, sino a través de la comunicación no verbal. Eso que de pequeña era mi mayor habilidad -sentir profundamente las emociones de los demás y ponerme en sus zapatos- lo he desarrollado y fortalecido con los años. Al conectar con lo que sentimos, con lo que intuimos pero que muchas veces no escuchamos, podemos reconocer si una persona está bien o mal por lo que expresa su cuerpo, por lo que revela una mirada… mucho más allá de muchas palabras.
Hoy, para mí, es un privilegio poder ayudar a los padres de familia a tener una mejor relación con sus hijos, entenderlos de manera más profunda y ser un verdadero acompañamiento de vida. Mi deseo es que puedan sentirse bien emocionalmente, estar en paz consigo mismos y, cuando llegue el momento, acompañar con amor el vuelo independiente de sus hijos. Sin duda, ese es mi mayor regalo.
